La semana pasada mi mamá me dio una cobija de lana que había estado tejiendo a dos agujas durante los últimos 25 años para que le hiciera una puntilla al crochet. Demoró bastante, a diferencia de su neurótica hija, pero valió la pena, le quedó bonita. Le hice una puntilla ancha que encontré en internet y hoy se la llevé. Me recordó algo que yo había olvidado: que esa cobija la había comenzado yo a mis 15 años, cuando vi a la mamá de una compañera tejer una con restos de lana, y me mostró unos cuadritos donde se notaban mis puntos más flojos que los de ella, en definitiva siempre he sido la culpable de sus tejidos.
domingo, 14 de octubre de 2007
La cobija de mi mamá
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